Esta obra nos invita a adentrarnos en los territorios más profundos del ser humano, donde la conciencia y el inconsciente se entrelazan en una danza constante. El interior del ser, representado aquí, no es un lugar estático, sino un espacio de tensión dinámica, donde los impulsos primitivos emergen del abismo de nuestro inconsciente colectivo y personal. Pero también es aquí donde reside nuestra capacidad de reflexión, de cuestionamiento y de autoconocimiento, es decir, nuestra conciencia humana.
La figura del oso, tan poderosa y arraigada en lo instintivo, se presenta como un símbolo de la naturaleza salvaje y de la fuerza primordial. Refleja esa parte de nosotros que se guía por el instinto, por los impulsos que emergen desde las profundidades de nuestro ser animal. Sin embargo, el hecho de que el ser humano y el oso se fusionen en esta obra nos invita a cuestionar esa distinción rígida entre lo instintivo y lo consciente. ¿Es acaso el ser humano solo un producto de su razón, o es también una criatura regida por las fuerzas instintivas que hay en su interior?
La combinación de ambas figuras sugiere que el equilibrio entre el instinto y la conciencia no es solo una cuestión de coexistencia, sino de interdependencia. El instinto no es simplemente una fuerza que debe ser domada o reprimida; es una fuente vital de energía que, cuando se integra de manera consciente, puede llevar a una mayor autenticidad y equilibrio interno. Al mismo tiempo, la conciencia no es un mero regulador de los impulsos, sino una capacidad para darles forma, sentido y dirección.
Esta obra, por tanto, se convierte en una meditación sobre la complejidad de la psique humana, sobre la necesidad de aceptar y reconciliar las fuerzas en apariencia opuestas que nos habitan. Nos recuerda que no somos seres completamente racionales ni completamente instintivos, sino una amalgama compleja de ambos, una danza entre el pensamiento y el deseo, entre la conciencia y el impulso. En última instancia, es este equilibrio dinámico el que nos permite vivir una vida plena, una vida que no se limita a la lucha entre lo que somos y lo que queremos ser, sino que se nutre de la integración de todas nuestras dimensiones, de nuestra totalidad como seres humanos.
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This work invites us to delve into the deepest realms of the human being, where consciousness and the unconscious intertwine in a constant dance. The interior of the self, represented here, is not a static place but a space of dynamic tension, where primal impulses emerge from the abyss of our collective and personal unconscious. Yet it is also here that our capacity for reflection, questioning, and self-knowledge resides—that is, our human consciousness.
The figure of the bear, so powerful and rooted in the instinctive, appears as a symbol of wild nature and primordial strength. It reflects that part of us that is guided by instinct, by the impulses that arise from the depths of our animal being. However, the fusion of the human and the bear in this work invites us to question the rigid distinction between the instinctive and the conscious. Is the human being merely a product of reason, or is it also a creature governed by the instinctual forces within?
The combination of these two figures suggests that the balance between instinct and consciousness is not just a matter of coexistence, but of interdependence. Instinct is not simply a force to be tamed or repressed; it is a vital source of energy that, when consciously integrated, can lead to greater authenticity and inner balance. At the same time, consciousness is not merely a regulator of impulses, but a capacity to shape, give meaning, and provide direction.
This work, therefore, becomes a meditation on the complexity of the human psyche, on the need to accept and reconcile the seemingly opposing forces that reside within us. It reminds us that we are neither entirely rational nor entirely instinctual beings, but a complex amalgam of both—a dance between thought and desire, between consciousness and impulse. Ultimately, it is this dynamic balance that enables us to live a full life, a life not limited to the struggle between what we are and what we want to become, but one that nourishes itself through the integration of all our dimensions, of our wholeness as human beings.
Bear
Acrílico sobre lienzo de 65x81 cm.
Materiales: acrílico, tela 100% algodón.
Certificado de autenticidad
Acrylic on 65x81 cm canvas.
Materials: acrylic, 100% cotton fabric.
Certificate of Authenticity