Esta obra nos invita a reflexionar sobre la dualidad inherente al ser humano y al mundo que nos rodea. A través de la figura representada, se nos muestra que, nuestra verdadera naturaleza es un reflejo de la armonía que encontramos en el entorno natural, una armonía que emerge de la integración de los opuestos.
 
El lobo, tradicionalmente asociado con la libertad, la fuerza y la conexión primitiva con la naturaleza, representa esos aspectos de nosotros mismos que están más allá del control consciente, pero que, sin embargo, son esenciales para nuestra autenticidad. La mujer, en su aspecto humano, nos recuerda que somos seres capaces de reflexión, de conciencia y de transformación. Juntos, la mujer y el lobo, nos enseñan que no se trata de rechazar lo salvaje, sino de encontrar un equilibrio entre nuestra humanidad racional y nuestras pulsiones más profundas. Esta figura híbrida no es un ser dividido, sino una síntesis de ambas esferas, un recordatorio de que el caos no es necesariamente algo que deba temerse o suprimirse, sino algo que puede ser integrado y comprendido.
 
Los elementos naturales que rodean a la mujer lobo refuerzan esta idea de interconexión, de que todo en el universo, a pesar de su aparente desorden, está interrelacionado en una red compleja de relaciones. Esta obra, por tanto, nos invita a abrazar la complejidad de nuestra existencia. Nos recuerda que, aunque la realidad que percibimos pueda parecer caótica y desconcertante, existe una armonía subyacente, una red de interacciones que da forma y sentido a todo lo que somos.
EN🇬🇧
This work invites us to reflect on the inherent duality of the human being and the world around us. Through the figure depicted, we are shown that our true nature is a reflection of the harmony we find in the natural environment, a harmony that emerges from the integration of opposites.
The wolf, traditionally associated with freedom, strength, and a primal connection to nature, represents those aspects of ourselves that lie beyond conscious control, yet are essential to our authenticity. The woman, in her human form, reminds us that we are beings capable of reflection, awareness, and transformation. Together, the woman and the wolf teach us that it is not about rejecting the wild, but about finding a balance between our rational humanity and our deepest instincts. This hybrid figure is not a divided being, but a synthesis of both realms, a reminder that chaos is not necessarily something to fear or suppress, but something that can be integrated and understood.
The natural elements surrounding the she-wolf reinforce this idea of interconnectedness, that everything in the universe, despite its apparent disorder, is interrelated in a complex web of relationships. This work, therefore, invites us to embrace the complexity of our existence. It reminds us that, although the reality we perceive may seem chaotic and bewildering, there is an underlying harmony, a network of interactions that shapes and gives meaning to all that we are.